SALVANDO A LA CATEDRAL
Saving Notre Dame, se llama un hermosísimo documental de National Geographic, en el que se muestra in situ, lo que en el ámbito de la restauración se llama “obras emergentes”. Este proceso que surge inmediatamente luego del diagnóstico de daños, -que en el caso de Paris superaron cualquier imaginación posible-, dio inicio con el apuntalamiento de los gabletes dañados, con gigantescas escuadras de madera, de la misma forma y como se aseguraron los arbotantes y los contrafuertes de la inmensa Catedral, una maravilla de la arquitectura gótica francesa patrimonio de la humanidad. Esta película nos permite apreciar cómo la ciencia de la Restauración del Patrimonio es multi e interdisciplinar, cómo un equipo de expertos, quizá los mejores del mundo, dialogan a un mismo nivel y todos con un solo propósito, salvar la catedral de Notre Dame.
Mirar este tipo de documentales
ha sido nuestra pasión desde la juventud, no solamente como medio de
capacitación y actualización en nuestra profesión, si no por el profundo amor
que tenemos por el patrimonio natural y cultural, por las obras de las manos de
hombres y mujeres, de su creatividad, genio e ingenio. No obstante, así como
admiramos la majestuosidad de la arquitectura, de la misma manera apreciamos un
pequeño tejido de paja toquilla o una diminuta vajilla de barro de nuestra
Plaza Rotary, diríase que con el mismo afecto y pasión.
Caminar por Cuenca es disfrutar,
aprovechar del don de gozar de la belleza no solo de las obras construidas sino
también de su naturaleza, de la suerte de tener cuatro ríos que bañan este
hermoso valle que nos deja vivir de la mejor manera y claro, enorgullecernos de
construcciones como nuestra Catedral de La Inmaculada, espacio de refugio de
las almas que se ha constituido en la carta de presentación de nuestra ciudad,
pero más que nada por ser el lugar de todos, de los que quieran acercarse y
apropiarse. Gracias a Dios no se ha incendiado ni ha sufrido daños de magnitud
como otras en el mundo, pero los pequeños que van apareciendo a sus casi
noventa años, ya nos deberían poner en guardia.
En días anteriores se difundieron
por distintos medios, fotografías de la colocación de unas luces agresivas en
los arcos de la inmensa portada, ante las cuales la ciudadanía reaccionó de
muchas maneras, la gran mayoría en oposición a que se colocaran esos artefactos
y por supuesto los que prefieren otras gestiones en vez proyectos estéticos que
si bien no aportan, no son vandálicos, en el presente caso si alterarían la
imagen y la historia de los bienes culturales. En la ciudad es penoso decirlo,
pero reina un profundo desconocimiento del tema patrimonial, no se tiene un
debate acerca de la originalidad, autenticidad y respeto al patrimonio, pero si
se tiene una reacción ciudadana cargada de subjetividad que surge en las redes
y es muy considerada. Tampoco existe un trabajo de difusión por parte de las
instituciones responsables, propuestas que eduquen al ciudadano, un trabajo con
la juventud para evitar el vandalismo o con los propietarios de los bienes
patrimoniales, sin embargo las pocas iniciativas que aparecen, son
menospreciadas y anuladas, cuando debiera ser todo lo contrario. El celo del
protagonismo, la mediación política y la instrumentalización del patrimonio
como bandera de lucha, se está tornando considerable y habría que tomar
medidas.
Por nuestra parte hemos realizado
nuestras propias fotografías de los daños que encontramos a lo largo del zócalo
de toda la calle Sucre, los cuatro arcos de la portada principal, en el
interior y hemos podido apreciar algunas novedades: Falta de mantenimiento o
conservación preventiva por no decir un descuido total con el mármol del zócalo a punto de que está
creciendo vegetación parásita con la mayor naturalidad como si se tratara de
cualquier piedra. Existen alteraciones en las bóvedas de los arcos que se han
hecho con anterioridad, como la colocación de unos faroles que son utilizados
en otros fines, para lo cuales se ha incrustado el cableado y con el fin de
disimular se aplicado una capa de cemento en las cuatro elementos de la
arquería. Y, por supuesto los últimos agujeros que dejan ver el interior del
material. En la nave central de la Iglesia se colocaron unas pantallas a los
dos costados que irrumpen de la peor manera en la sobriedad de los elementos
internos. Y, podríamos continuar con el análisis, pero este espacio no da para
más.
Conclusión: Quien diga que no hay daño en los arcos, está completamente equivocado, allí hay daños, nos consta de primera mano y se podrán apreciar en las fotografías, no sabemos desde cuándo, pero se tendría que tomar medidas inmediatas...
Mónika López Avilés
CONSERVACIÓN DE MONUMENTOS Y SITIOS
& ESTUDIOS DE LA CULTURA.
CUENCA - ECUADOR.


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